Spain of the Dead, (c) Gabriel Cordero Huertas / Dr. Worst

Spain of the Dead, (c) Gabriel Cordero Huertas / Dr. Worst
Con todo el cariño al equipo de rodaje de Juan de los Muertos

sábado, 21 de marzo de 2015

Caídos

Escuchaba hoy al presidente de la asociación de desgraciados, porque digan lo que digan, no son mejores que nadie (sólo eso ya es lo que nos faltaba por oír) ni sus familiares son privilegiados, ni es un don el síndrome de down.
Está muy bien insistir en que ellos necesitan un trabjao, y oportunidades, claro que sí, nadie lo discute ¡como exactamente todos los demás! El colmo del idealismo nos está llevando a pasar de la «discapacidad» como defecto, como desgracia, al superpoder de la discapacidad. Los desgraciados, repito que padecen esté síndrome , u otros males (escuchaba al homólogo de una asociación de ciegos decir que ellos tenían una mejor percepción en muchos aspectos superior y que por lo tanto sus sentidos iban mucho más alllá que los de los «normales», que su deficiencia en realidad era una mejora evolutiva, como podía ser la la de los quirópteros ¡venga ya!) .

Las minusvalías en sí mismas no son nunca una «ventaja». Y  cambiarles el nombre, como ahora pretenden también (resulta nada menos que han conseguido que la Real Academia de la Lengua, modifique la definición, para no resultar peyorativa, ya no hará referencia a cierto retraso mental ... , se prohibe cualquier mención comparativa, que bonito, es lo que trae la democracia aplicada al método científico, que nada debería tener que ver con la política), no hará que la realidad cambie desde luego, de nuevo estamos ante una falacia naturalista: el problema al que se refieren de la discapacidad, en cuanto a derechos, es ético y no de identidad cientifica, si esta fuese tal, no existiría la cuestión, pero pretender que no existe la «diferencia», llevará a funestas consecuencias en un futuro cada vez menos dominado por la ética, ante la imposición de la realidad. Pretenden a lo Ray Brasdbury y a lo Orwell modificar nuestro lenguaje, para así poder modificar la realidad. Como esa otra estupidez del «todos y todas», aplicando diferencias de género para despues unificarlos, donde no las había, o esa chabacanería del «emprendimiento» para definir a los empresarios, para tratar de converetir lo que era un empresario en la categoría de un proletario desesperado. SI, no cambiemos la realidad, ni los conceptos, cambiemos sólo su nombre. Y esperemos si somos ingenuos, incautos y estúpidos en el mejor de los casos, que con ello cambie la realidad. En el peor, simplemente esperemos que con ese maquillaje, los problemas queden relegados, escondidos y no se planteen, para que sigan perviviendo.

Lo siento señores amigos y familiares de personas con síndrome de Down, tengo una mala noticia para ustedes, y la tiene la ciencia: ellos no son superhombres, no ha ndesarrollado superpoderes y no valen más que los demás, su característica no proviene de una elección divina, es un fallo mecánico en la replicación de los cromosomas. Algo se torció cuando fueron concebidos, y la mayoría de padres que han tenido un hijo así, habrían hecho todo por que no les hubiera tocado. Enfermizo seria precisamente lo contrario.

Y ya puestos ¿cuando una especial consideración para los superdotados y la supercapacitación? No sólo no la hay, antes al contrario, sino que peor que en la ciudad de Hermodoro, se les sataniza a veces directamente, implícitamente otras, pero con descaro.

El problema del tratamiento de la discapacidad, concluyendo, es un problema ético, y pretender que la forma en que se ha de tratar a los discapacitados tiene algo que ver con algo que no sea la ética, es un absurdo. Es como la «igualdad de géneros», se trata de un problema ético. Nada más (y nada menos) pero trascender el plano ético al natural, pretender que una macho y una hembra son lo mismo, es igual que negar toda la historia evolutiva a escala planetaria, y de paso la Antropología Social. Saltar del plano étido al ontolóigico, es la falacia naturalista mejor arraigada, y ni el microscopio de Hume parace habernos librado de ella.

Y luego está la paradoja ... porque si la igualdad de trato depende de la igualdad psicofísica ... ¿qué sucedería si se demostrase que tal igualdad es quimérica? ¿se justifica entonces la diferencia de trato, no? Esta es la paradoja que no parecen ni siquiera entender, que a sensu contrario todos estos argumentos falaces pueden ser arma de doble filo y usarse por bandos contrarios. Ética y genética, no se justifican directamente la una en la otra. Así como el mundo existe con indiferencia de la ideología de sus habitantes. Por mas que el idealismo se reafirme con más fuerza en estos instantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario