Spain of the Dead, (c) Gabriel Cordero Huertas / Dr. Worst

Spain of the Dead, (c) Gabriel Cordero Huertas / Dr. Worst
Con todo el cariño al equipo de rodaje de Juan de los Muertos

sábado, 4 de julio de 2015

Memorias del Capitán Lillemark: Sobre la soledad


Tuve unos padres tan magníficos y socialmente apreciados, tan comprometidos, que nunca tuvieron tiempo para darse cuenta de las violaciones de cuerpo y mente que estaba soportando. Eran tan diplomáticos y respetados, que, que no hicieran por mantener su estatus, incluyendo silenciarme o colaborar en mis agravios. Empezaron temprano y fueron muy intensos, se pierden en mi mente, no puedo recordarlos, pero por fortuna quedaron cicatrices, que me demuestran que no eran pesadillas sino reales estragos.

Siempre fui socialmente inaceptado, mi especial capacitación hacía que todos me odiasen. Era menor que todos, siempre, y entre todos se hacían cargo de los maltratos. Mis padres tenían misiones tan importantes, que no se daban cuenta , pues siempre estaban mirando a otro lado. Así fue mi infancia y la escuela, hasta que cambiaron las tornas y me volví yo el bárbaro.

Tuve un amigo muy grande, de esos tan grandes, que tanto valoran la amistad, que por seguir creciendo en número sus amistades, olvidan al que ya tenían y lo dejan de lado, recurriendo sólo cuando lo necesitan para algo. Tuve que comprender tardíamente que no existen amigos, sino coyunturales aliados.

Algunas mujeres me han amado, algunos hombres lo han intentado. Ninguno quería perderme, por lo que tenerme significaba. Pero nadie me quiso nunca sin esperar algo a cambio. He descubierto con amargura lo que significa el «Amor» y que había sucumbido a estrategias y engaños.

El día que descubrí que ya no quería vivir, tuve que arrojar la soga, porque ya era demasiado tarde, ni morir tranquilo dejan a un hombre, pues los compromisos y obligaciones que ha adquirido, no le permiten ser libre para intentarlo.

Así empezó mi carrera de aventuras, solitarias y audaces, pues un mal desenlace no sería mas que una justa venganza y una liberación de este trance. Ahí está el origen de la valentía del Capitán, con la experiencia como objeto de tortura, bien entrenado y la audacia de quién no teme el final, el territorio para mis acciones estaba abonado.

Se que mi muerte será llorada, muy llorada por aquellos que sufrirán el que no hubiera antes acabado. Llorada también por los que perderán algo y en última instancia, por los menos perversos, los que quizás se den cuenta de que no fue justo nuestro trato, y que aunque no han perdido nada, por ya no tenerme, podrían haber perdido algo.