¿Marcadores étnicos y COVID-19?

Como antropólogo de campo, hay un dato en el que no puedo dejar de fijarme: la aparente falta de incidencia en población indígena americana, especialmente de centro y sur y en afrodescendientes subsaharianos, «negros» para entendernos a descendientes, mientras que personas con ascendientes árabes (marroquíes por ejemplo) son compeltamente vulnerables. Salta a la vista el pequeño número de contagios, precisamente en países con menos medios, tercermundistas o totalmente desorganizados como El Salvador, Guatemala, u Honduras, y que los ejemplos paradigmáticos de contagio son de personas con marcadores tendencialmente caucásicos, caso del presidente de México. Igualmente parece tener mayor presencia donde menos indígenas hay: Estados Unidos, Argentina. Es pronto para concluir pero debería tenerse en cuenta en la investigación. Por el momento parece que la población de riesgo es euroasiática, tanto extremo-orientales como árabes, como europeos blancos, y dentro de ellos personas de avanzada edad, siendo más inmunes afortunadamente niños, y más vulnerables personas inmunodeprimidas o con problemas diversos, especialmente patologías respiratorias, de corazón, hipertensión o diabetes. Rusia, el gran paréntesis entre Europa y Lejano Oriente, parece no estar sufriendo grandes estragos, pero, además de las cautelas conque hay que acoger la información al respecto, sin duda ello sería debido a actuaciones políticas. Con un estado decididamente más enérgico que los liberales europeos occidentales, y con menores complejos. No obstante, aunque a otra escala, los casos aumentan, lo que parece confirmar las preferencias étnicas de este virus por los euroasiáticos.